Como ocurre con muchos métodos complementarios y alternativos, la comunidad científica suele ser lenta a la hora de considerar el reiki como un tratamiento legítimo, pero la escasa investigación disponible es, no obstante, prometedora. Una revisión de la investigación de 2014 sugiere que el Reiki puede ayudar con el dolor y la ansiedad. Un estudio de 2012 que supervisó el impacto del Reiki administrado en pacientes de quimioterapia encontró que el tratamiento mejoró su bienestar. El Centro Nacional de Salud Complementaria e Integrativa señala que uno de los mayores obstáculos en la búsqueda de pruebas cuantificables para el Reiki es que la mayoría de los estudios realizados sólo monitorean un pequeño grupo de personas y sugiere que son necesarios ensayos más rigurosos.
Pero si enfocamos el Reiki menos como una forma de misticismo y más como una manera efectiva de alcanzar un estado meditativo, estos resultados son más concretos: los científicos saben, por ejemplo, cómo la meditación puede cambiar significativamente nuestros cerebros, ayudando en cuestiones que van desde la adicción al dolor crónico hasta el insomnio. El Reiki, dice Patel, puede ser visto como un medio potencial para lograr estos fines.
"El reiki trata de aportar equilibrio y armonía, por lo que puede ayudar con una miríada de síntomas, desde el dolor, la fatiga mental, el agobio, el estrés y la depresión hasta la pérdida de peso, la superación de miedos, la curación de traumas pasados, un elevado sentido de conexión y mucho más", dice. "Más que nada, he encontrado que el Reiki trae a la gente un profundo sentimiento de paz y un renovado sentido de confianza para su camino". En otras palabras: En lo que a nosotros respecta, cualquier intento de sintonizar con uno mismo y sus necesidades es muy productivo, incluso si al final no resulta ser el método para ti.
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